Factores de resiliencia y no resiliencia
A principios de los años 90, con Michael Rutter, los investigadores empezaron a entender la resiliencia como un proceso dinámico, en el que interactúan diversos factores inherentes al individuo y al entorno. Concebir la resiliencia como un proceso lleva el concepto a un nivel más complejo de comprensión y aplicación, del que surgen las nociones de factores de riesgo y factores de protección de la resiliencia.
Estos dos términos, defendidos por M. Rutter, permiten definir un conjunto de elementos que pueden facilitar o, por el contrario, dificultar los procesos de resiliencia en una persona o en una comunidad. Estos elementos evolucionan, ya que la interacción entre el sujeto y su entorno es siempre constante y dinámica. En consecuencia, los factores de resiliencia nunca serán absolutos; pueden cambiar en cualquier momento de la vida.
Factores de flexibilidad
Autores como Michael Ungar, Stefan Vanistendael y Gema Puig señalan que los factores de riesgo son acontecimientos, condiciones o experiencias que aumentan la posibilidad de un desarrollo inadecuado (físico, cognitivo, social o emocional) con resultados negativos en el futuro. Mientras que los factores de protección son recursos, características, habilidades o situaciones relacionadas con la persona y su entorno que ayudan a combatir los efectos negativos producidos por los factores de riesgo. Cabe señalar que la presencia de uno o más factores de riesgo no determina necesariamente un resultado negativo. A veces, un solo factor de protección es suficiente para mitigar las consecuencias de una situación adversa.
En los últimos años, basándose en el modelo holístico de Gloria Gil, el término “factores de riesgo y de protección” ha sido sustituido por “factores de resiliencia y no resiliencia”. En algunos casos, el riesgo y la protección pueden ser efectivamente reductores y limitar la comprensión del contexto. Como S. Vanistendael, sociólogo y antiguo jefe de la Unidad de Investigación y Desarrollo del BICE, nos recuerda, estos factores forman parte de la vida, lo que los hace flexibles. Cualquier factor de resiliencia puede pervertirse y convertirse en un factor de riesgo. Y viceversa.
Por ejemplo, las situaciones de violencia intrafamiliar hacia los niños convierten el hogar, habitualmente protector, en un lugar peligroso. Otro ejemplo: el exceso de autoestima puede convertir a una persona en arrogante u obtusa; una fe pervertida puede llevar al extremismo. Estos factores de protección se convierten entonces en factores de riesgo.
Algunos ejemplos
La identificación de los factores de resiliencia y no resiliencia también es compleja. Pues estos factores viven en múltiples dimensiones, todas ellas interconectadas. En general, se habla de factores a nivel personal, familiar y comunitario. Aunque los factores nunca son absolutos, a continuación se ofrece un breve resumen de algunos de ellos:
Factores de resiliencia | Factores de no resiliencia | |
Personal | – Habilidades cognitivas (inteligencia, creatividad, resolución de problemas) – Habilidades sociales – Inteligencia emocional y gestión de las emociones – Altruismo y capacidad de ayudar a los demás – Proyección de futuro, esperanza, sueños e ideales – Valores como la honestidad, la solidaridad, el compartir – Espiritualidad, creencias religiosas – Sentido del humor – Autoestima positiva | – Trastornos mentales – Adicciones – Baja autoestima – Mala gestión emocional – Necesidades básicas insatisfechas (desnutrición) |
Familia | – Comunicación entre los miembros de la familia – Apoyo familiar – Rituales familiares (celebración de cumpleaños, cenas conjuntas, etc.) | – Mala comunicación entre los miembros de la familia – Falta de red de apoyo – Violencia doméstica – Desempleo |
Comunidad | – Redes sociales sanas: amigos, vecinos, grupos de iguales. – Tutores o facilitadores de resiliencia – Espacios recreativos seguros – Acceso a la educación | – Falta de redes de apoyo – Redes de riesgo – Discriminación – Aislamiento social – Violencia, malos tratos y abusos – Machismo, cultura patriarcal – Trabajo infantil |
Para promover los procesos de resiliencia es importante comprender los factores contextuales (objetivos y subjetivos) del niño, del adolescente, de la familia o de la comunidad. Estos proporcionan la información necesaria para diseñar una estrategia de apoyo a la resiliencia; la clave es reforzar los factores de resiliencia para reducir el impacto de los factores de no resiliencia. Esta tarea requiere la intervención de tutores o facilitadores de resiliencia.
Bibliografía
Mateu Pérez R., García-Renedo M., Gil Beltrán J.M. & Caballer Miedes A. (2010). ¿Qué es la resiliencia? Hacia un modelo integrador. Fòrum de Recerca, 15, pp. 231–248.
Puig, G. & Rubio J.L. (2011). Manual de resiliencia aplicada. Gedisa.
Rutter M. (1993). Resilience: Some conceptual considerations. Journal of Adolescent Health, 14(8), pp. 626–631.
Ungar M. (2012). The Social Ecology of Resilience: A handbook of theory and practice (M. Ungar (ed.)). Springer New York.
Vanistendael S. & Lecomte J. (2006). La felicidad es posible. Gedisa.
Vanistendael S. (2015). La Résilience ou le réalisme de l’espérance : Blessé, mais pas vaincu. Ed.actualisée, Les Cahiers du BICE.