Chad. Pasar de las prácticas educativas punitivas a las positivas - BICE - ONG de protection des droits de l'enfant
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Chad. Pasar de las prácticas educativas punitivas a las positivas

En Chad, el BICE ha formado y acompaña a la congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas que trabajan con los profesores de las escuelas católicas de las diócesis de N'djamena y Laï para sensibilizarlos sobre la educación del buentrato.

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El equipo local de los Hermanos de las Escuelas Cristianas en el Chad ha recurrido al BICE en 2019 para desarrollar un programa de formación de más de 200 profesores y personal administrativo. “Su objetivo es cambiar las prácticas educativas punitivas que se utilizan habitualmente en el país por métodos positivos. Un gran proyecto que se puso en marcha en julio de 2021. Antes era imposible debido a la pandemia del Covid-19“, explica Marie-Laure Joliveau, responsable de los proyectos para África en el BICE y formadora para esta misión. Se trata de unas cincuenta escuelas de las diócesis de N’Djaména y Laï, lo que beneficiará indirectamente a más de 17.400 niños, niñas y adolescentes.

El uso del látigo sigue siendo habitual en las aulas

Este trabajo es crucial en vista del uso todavía masivo de los castigos corporales en las aulas y más ampliamente en las escuelas. “El uso de los azotes es común para castigar la impuntualidad, los chismes, la falta de trabajo. También lo son las privaciones, como no poder asistir a clase, o la discriminación“, dice Bénédiction Kimathe, educador de Ghovodi – nuestro socio en la República Democrática del Congo – y también formador de este proyecto. “La violencia sexual es otro problema grave en las escuelas. Por ello, este tema se aborda también en la formación de la comunidad educativa y en las actividades de sensibilización hacia niños, niñas, adolescentes y sus familias. Es importante que niños, niñas, adolescentes y sus padres sepan cuándo y cómo reaccionar y a quién dirigirse. Es esencial que las víctimas dejen de sentirse culpables.

“Transmitir nuestro saber-hacer para que la acción continúe en el tiempo”

Así, a finales de 2021, el BICE impartió dos cursos de formación inicial sobre la educación para el cuidado, la violencia y sus causas y las nociones de protección de la infancia. Un curso de formación “piloto” con profesores y directores de escuela, que permitió a los formadores ajustar su curso para que respondiera perfectamente a las realidades del terreno. Y una segunda para el equipo local que, desde entonces, se encarga de realizar todos los demás cursos de formación para las numerosas escuelas. “Es importante que transmitamos nuestros conocimientos para que los socios locales puedan ser actores del cambio. Y para que la acción se prolongue en el tiempo“, explica Marie-Laure Joliveau. Por supuesto, seguimos la ejecución del proyecto y los acompañamos desde la distancia. Volveremos a intervenir a finales de 2022 para dar nuevas orientaciones según los primeros resultados.”

Animar a los participantes a realizar un cambio profundo en su forma de ver a niños, niñas y adolescentes

Durante los cursos de formación, se anima a los participantes a reflexionar sobre los comportamientos adecuados e inaceptables, basándose en su propia experiencia. Se les invita a describir sus prácticas educativas, mediante juegos de rol y otros ejercicios divertidos. Antes de explorar con el formador lo que dice la legislación internacional y nacional y la investigación sobre el desarrollo infantil.

“Este método permite a los profesores darse cuenta de que sus prácticas no se ajustan a los textos, que no favorecen en absoluto el desarrollo del niño, niña y adolescente. Facilita la concienciación colectiva, la responsabilidad y anima a los participantes a realizar un cambio profundo en su forma de verlos“, explica Bénédiction Kimathe. Por poner un ejemplo. “Al principio de la primera sesión de formación, muchos de ellos nos dijeron:¿Por qué dejar de usar el látigo, ya que funciona? Al cabo de unos días, esta actitud fue ampliamente cuestionada.”

Fomentar las reacciones del terreno

Desde entonces, las reacciones del sector han sido alentadoras. Las sesiones de formación realizadas por el equipo local con las escuelas han finalizado. Y han sido bien recibidos por el personal. Algunas escuelas ya han empezado a redactar su política de protección de la infancia; otras están creando clubes de niños, niñas y adolescentes para fomentar su participación. Estos son buenos pasos para este proyecto de dos años. “Por supuesto, no es en tan poco tiempo que la violencia se va a detener. Pero esperamos que la semilla que estamos sembrando provoque poco a poco un cambio positivo en las prácticas“, concluye Marie-Laure Joliveau. 

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