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Defender los derechos de los niños y niñas en las Naciones Unidas

La Secretaria General del BICE, Alessandra Aula, estuvo presente en las Naciones Unidas en Ginebra durante la 80a sesión del Comité de los Derechos del Niño del 14 de enero hasta el 1 de febrero de 2018 para defender la causa de los niños y niñas.

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Cuando terminó la sesión, fue entrevistada por Christian Peschken, corresponsal independiente en las Naciones Unidas en Ginebra para EWTN-TV. La Secretaria General aprovechó esta oportunidad para recordar los principios fundamentales de la Convención y evaluar la situación de los derechos del niño en el mundo.

C. Peschken: ¿Puede su organización católica influir en la redacción de textos a favor de los derechos del niño en las Naciones Unidas?

El BICE participó en la redacción de la Convención. Nosotros fuimos una de las ONG pioneras en el acompañamiento de este proceso. De hecho, se encuentran en la Convención muchos puntos que reflejan los valores del BICE; por ejemplo, la atención que se presta a la dignidad del niño, o incluso el hecho de considerar al niño desde un punto de vista holístico, teniendo en cuenta su dimensión moral y espiritual.

Hoy en día, seguimos trabajando con el Comité, por supuesto. Trabajamos para que nuestros socios sobre el terreno puedan encontrar a miembros del Comité y proporcionarles una información fiable y de primera mano. En mi opinión, estos testimonios tienen mucho más peso y fuerza de convicción.

Hemos trabajado recientemente con nuestro socio en Georgia, Public Health Foundation of Georgia (PHFG), en la lucha contra la explotación y las violencias sexuales. Nuestro trabajo de incidencia ha permitido que se incorporen las recomendaciones del BICE y la PHFG en las conclusiones finales del Comité. Estas recomendaciones tratan, por ejemplo, de la línea telefónica de asistencia para los niños y niñas víctimas de violencias para que sea accesible 24 horas al día y 7 días a la semana, incluso en las zonas rurales más remotas. Y un año después, el gobierno modificó la legislación en este sentido.

Esto sólo es un ejemplo que demuestra la manera en que el terreno, las acciones de incidencia que llevamos a cabo aquí (en las Naciones Unidas) y el Comité son útiles y conllevan cambios, porque finalmente, esto es lo que buscamos: lograr cambios en la legislación y las políticas públicas, y presupuestos más importantes a nivel nacional.

A partir de su experiencia, ¿están los niños y niñas dispuestos a responder a y colaborar con organizaciones como la suya o como el Comité de los Derechos del Niño o las NU en general?

Como usted lo sabe, el artículo 12 de la Convención reconoce el derecho del niño a ser escuchado, dependiendo de su edad y madurez. (…) Sin embargo, tenemos que asegurarnos de que no se lo politice ni se lo manipule. De hecho, algunos grupos pueden estar tentados de inducir al niño a que diga lo que ellos quieren y no precisamente lo que él desea.

Esto debe constituir un verdadero foco de atención para nosotros. ¿Cuáles son los criterios de selección de los niños y niñas? ¿Por qué elegir a un niño de esta comunidad y no de aquella? Como lo señala la Convención, es importante oír la voz de los niños y niñas, involucrarlos, educarlos en una cultura de derechos, en la solidaridad y el respeto de sus pares, su familia, su escuela, etc. Pero, cabe encontrar la fórmula correcta para que participen si queremos evitar cualquier riesgo de manipulación.

En su opinión, ¿cuál es la situación hoy en día de los derechos de los niños y niñas en el mundo?

Una cultura de derechos se ha desarrollado a lo largo de los últimos 30 años. Se han logrado avances a nivel de las legislaciones nacionales, códigos nacionales sobre los derechos del niño han sido implementados, así como políticas que no existían hace 30 años. Además, nosotros, como ONG, podemos hoy interpelar a los países e inducirlos a que logren avances a nivel de los derechos del niño ya que estos Estados ratificaron voluntariamente la Convención.

¿Ha sido un éxito desde todos los puntos de vista? Aún queda mucho por hacer. Todavía existen barreras culturales. Tenemos que sensibilizar aún más al personal judicial, los propios niños y niñas, los padres y los profesores sobre la creación de un entorno que fomenta el buen trato y el desarrollo de un marco de vida adaptado al niño.

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