“Me llamo B. Mis padres se divorciaron y en la actualidad, mi padre vive con nuestra madrastra que nos maltrata severamente. En vista de este sufrimiento, abandoné la casa para ir a la calle donde me encontré en compañía de una banda de amigos. Me enseñaron a robar, extorsionar, pelearme, fumar… Un día, participé en un robo y fuimos sorprendidos por la policía. Fuimos arrestados, vapuleados, nos llevaron a la comisaría y nos enviaron a la prisión. Con el apoyo del BNCE, fui enviado al Centro de Rescate, el pabellón especial para menores de la cárcel. Ahora, gracias al trabajo de los equipos del BNCE, mi padre me visita regularmente y yo sé que puedo construirme otro futuro. Mi deseo más ardiente es, mientras esté en el Centro, aprender un oficio, talvez el de panadero”.
